Corrió tan rápido como pudo, estaba agotado, había consumido gran parte de su fuerza en poder sanar a Eskol, por lo que debía guardar un poco para lo que tenía por delante. Una cosa tenía muy clara de todo esto: iban a pagar por lo que le hicieron a su hijo. Eso ni siquiera estaba en discusión. Con cada paso que daba y se acercaba al punto de reunión con Váli sabía que debía arrepentirse de no haber hecho mejor las cosas para Eskol y poner todo tan difícil para él. En su mente soñadora Artemisa habría descubierto sobre Eskol cuando ya estaba a la altura de Travis en combate y podía defenderse a sí mismo, pero la maldita debía cazar a su hijo siendo un niño y arruinar todo.
Cuando ya estaba cerca del campamento atestado de personas y soldados se concentró, nunca lo había hecho demasiado, pero Eskol siempre decía que le ayudaba a enfocarse en los objetivos que tenía por delante y le ayudaba a no fallar. Siguió su consejo. Solo respiró hondamente y se acercó paso a paso. Aún podía escuchar el bullicio de gente a lo lejos y sabía que pronto estaría en plena y total desventaja, pero no iba a retroceder.
—¡Alto! —la voz de dos soldados apostados en la entrada del campamento le recordó que todo iba a cambiar en cuanto cruzara la entrada.
—Perseo Jackson, vengo por Váli —los soldados miraron de pies a cabeza a Percy que solo traía sus dos cuchillos de caza en sus costados, estaba listo para la fiesta.
—Déjalo pasar —escucho la voz en la niebla de Váli, los soldados retrocedieron sin decir nada y Percy empezó a avanzar.
La gente del campamento se empezó a juntar alrededor de Percy, pero sin acercarse demasiado y siguiéndolo con la mirada, el dios griego solo observaba, rogaba a los dioses que la oportunidad no faltara, solo quería un desliz, una señal, una pequeña ventaja. Mientras tanto los soldados no dejaron pasar desapercibida la presencia del forastero y uno a uno chocaban sus escudos con sus hachas para dejarle saber que estaban listo para enfrentarlo, pero no eran lo que Percy buscaba. Casi estaba en el centro del campamento cuando sintió la presencia de Váli más cerca de lo que estaba al comienzo. En su mente susurró una maldición en griego antiguo por la rata asquerosa que se escondía entre la maleza. Váli por su parte había deseado que Percy no hubiera cumplido su palabra porque amaba cazar y una buena presa suponía un desafío apetitoso, siempre podía sacrificar un puerco en lugar del muchacho.
—Tú eres el que vino a buscar al muchachito —reconoció al hombre que se le interpuso con aspecto rudo y despiadado, era el que estaba dispuesto a descuartizar a su hijo. Detrás de él venía un grupo de hombres de aspecto similar, cara de hombres que golpeaban gente por placer y que de seguro hacían el trabajo sucio para Váli.
—Lloró como nena pidiendo a papa que lo salvara —la sonrisa depravada del que dijo eso lo asqueo a tal punto que no quiso dejar de mirarlo a los ojos para saber quién hablaba.
—Debo reconocer que resistió las palizas —uno a uno iba agregando sus comentarios con el único fin de provocarlo, no, no todavía.
—Seguramente necesitara mucho tiempo para sanar esos huesos rotos —no quería escucharlos más, pero no quería que ni uno solo se salvase.
—Nunca había visto un grupo de cobardes jactarse como héroes de golpear a un niño —todos los hombres levantaron sus armas y Percy les dio una mirada mortal, no saldrían de aquí con vida.
—¡Cómo te atreves! —Percy lo iba disfrutar, no se iba a apurar.
El verdugo blandió su hacha contra él, pero ni siquiera le dio tiempo de volver a blandirla cuando con su cuchillo de caza hizo un movimiento violento por el mango del hacha para rebanarle los dedos que cayeron uno a uno del hacha y un chorro de sangre salió disparada hacia él. Luego de eso lo empujo con el pie contra el más cercano para poder atenderlos uno a uno. Alzó sus cuchillos para poder detener la espada del siguiente y darle un buen cabezazo en la nariz, no quería acabar esto pronto ya que la gente se estaba encendiendo por la pelea que estaban viendo. Nadie se atrevía a intervenir después de los primeros movimientos. Una lanza pasó zumbando por su costado y por poco toda su oreja, corrió hacia el portador para darle un poco de sufrimiento. Se encargó de poder clavar su cuchillo en el pie y retorcer el cuchillo de manera sádica que hizo rechinar los dientes de su atacante.
Váli observaba lo que estaba pasando, sabía que podía pasar, pero no sabía que la oportunidad iba a llegar tan rápido. Una vez que el duelo había comenzado nadie, ni él podían interferir, solo esperaría para ver si podían con él. Entonces una flecha pasó zumbando y se clavó en el hombro de Percy, no se quejó solo se maldijo por no estar más atento, rompió la flecha y siguió peleando sin darle pie a que pensaran que podían herirlo sin más. Percy cortaba y cortaba sus cuerpos en lugares específicos para poder debilitarlos, ya llegaría el momento en que destrozaría sus cuerpos.
—Vamos, vamos ¿es todo lo que tienen? —la provocación solo hizo que se volvieran más erráticos y Percy lo tomo como una señal para pasar al siguiente nivel. No los iba a matar, eso sería un premio. No, los iba a dejar tullidos y lisiados para que su honor de guerreros se extinguiera para siempre. Los cortes en el cuerpo solo eran parte del espectáculo.
No podía evitar pensar que en cualquier momento se le podía ir la mano y matar a alguien, pero pensó en todo lo que Eskol había tenido que soportar y no dejaría que ninguno de ellos siquiera tuviera lengua para hablar sobre como habían molido a golpes al hijo de Percy Jackson. Por lo que paso a la siguiente fase, iba a romper cada ligamento y tendón de sus pies y empezó a barrerse por el suelo para escapar de cada ataque y luego cortaría a la altura del talón para destrozar los tendones. El sonido de agonía era poesía. Todos sangraban de un pie y para esta altura Percy estaba con varios cortes, pero seguía sintiendo que la fuerza de la adrenalina y la rabia estaban de su lado.
Ahora necesitaba cortes de precisión. Cortesía de su paso por las cultural orientales.
Necesitaba cortar la coyuntura de la cadera sin tocar la arteria femoral. Debía ser preciso y rápido para terminar el trabajo, no quería que se desangraran. Pudo ver que uno de los sanadores se acercaba a ver los dedos que habían caído, no iba a permitir que los volvieran a usar por los que pisoteo con tal fuerza que explotaron como salchichas.
—Lo siento, nada se recicla —dijo limpiándose un poco de sudor, tenía una rabia contenida y el grupo de soldados ya estaba a medio para, pero su código les decía que no podían rendirse. Percy sabía eso. —¿Se rinden? Vamos, hagámoslo fácil —escuchó el grito de guerra de todos ellos que prácticamente le rogaban la muerte, pero no se las daría. El hombro de Percy pedía atención, pero no era momento para ello, ya llegaría su tiempo.
Siguió luchando con los que aún se atrevían para seguir contado no profundo, pero si en lugares claves para darles el peor de los destinos, se estaba asegurando de cortar de tal forma que no hubiera medicina que los pudiera volver a poner de pie. Después de varios cortes y hombres tirados en la tierra negándose a rendirse. Váli decidió hacer su aparición.
—Creo que ha sido suficiente —no planeaba entrometerse, pero trató de ser persuasivo, aún había un largo camino en esta noche.
—Quiero oírlo de su propia boca —Váli refunfuño, porque estos malditos no se iban a rendir, sería una deshonra para ellos por todos los siglos y la mancha en su linaje. —¿Se rinden? —ninguno dejo nada, Percy lo tomo como una invitación, por lo que tomo su cuchillo con la hoja para abajo, iba a terminar el trabajo. (N/A: Imaginen la escena de la película "El patriota" cuando Gabriel va con su cuchillo para destazar al soldado ingles que quemó viva a su esposa en aquella iglesia)
Vio a uno de los niños cerca con un cuenco de agua y se acercó para tomarlo con delicadeza, los niños no tenían por qué ser víctimas en esto. Pero sí que debían aprender que no había acción sin consecuencia. Luego de ello se acercó al primero que estaba respirando agitadamente, pero sin ánimos de rendirse. Levantó su hacha con la mano en la que le quedaban dedos y Percy de una patada la mando a volar. Se acercó a soldado y le susurró al oído.
—¿Crees que dejaré que mueras? —Percy se concentró en su interior, sabía una cosa, podía verse bloqueado por la influencia de las deidades nórdicas, pero el mar jamás iba a abandonarlo, por lo que solo se concentró en ello. En su dominio. —Vivirás sabiendo con cada fibra de tu ser que fue un error tocar a mi hijo y tu hijo y los hijos de sus hijos lo sabrán cuando te vean arrastrarte por la vida —empezó a verter agua en las heridas de soldados, pero no para sanarlas, sino para cortar, cortar sin hacer sangrar, cortó cada ligamento y tendón que habían quedado intacto. Los gritos de agonía hicieron retroceder aún al más recio.
La noche quedaría grabado en la retina de aquellos que pudieron verlo, era simplemente espantoso, porque al final de la jornada, todo están en estado de shock y Percy dio su permiso para que los sanadores se encargaran de ellos, pero él lo sabía, no había medicina en el mundo que los volviera a hacer andar. Váli quedo impresionado de la brutalidad con la que había actuado alguien que le había dado la impresión de ser un dios piadoso, pero supuso que fue él quien destrabo la brutalidad al haber tocado lo más preciado en su vida, la vida de Eskol. Todo era silencio mientras arrastraban los cuerpos con vida, pero en agonía de aquellos hombres.
Percy había hablado en voz alta sobre que no se estaban desangrando por lo que ninguno debía salir muerto de esa enfermería y si sucedía simplemente eran cobardes que no merecían el Valhalla.
—Bueno, después de este espectáculo previo estamos preparados para el evento principal. Como saben hoy honramos a Hati —toda la gente olvidó lo que acababa de suceder y vitoreo el acontecimiento. Iban a dejar sangrando a un elegido durante el tiempo que durara la luna de sangre y si es que lograba sobrevivir un gran banquete sería dando en honor de Máni, pero si se desangraba el banquete sería el honor de Hati, al final si o si habría un banquete, solo faltaba decidir por cuál de los dos. Cada uno tenía su bailes y tradiciones particulares. —La luna de sangre pronto estará aquí para reclamar su sacrificio —Váli puso al frente a Percy para que todos lo vieran. Percy sabía que esto iba a ser una de las cosas más espantosas que le tocaría vivir. —Vino a quitarnos a nuestro sacrificio, Eskol, mi hijo, lo reclamó como suyo y ahora dice que tiene las agallas para tomar su lugar ¿ustedes saben lo que eso significa? —Váli se sentía muy seguro de sí mismo, pero algo le perturbaba sobre la forma en que había llegado aceptando lo que estaba por venir. La multitud rugía sin control, la cerveza volaba de un lado a otro y empezaron a llover vegetales hacia Percy.
||||—||||—||||—||||
Atenea había corrido con toda su energía para poder llegar al lugar que sabía sería el ritual de Hati. Sabía en su corazón que Percy estaba inmolándose por Eskol y no es que no estuviera de acuerdo con llegar a esos extremos, pero no podía permitir que lo hiciera sin antes pelear. Tenía un camino por recorrer, pero lo único que quería era poder llegar cuando Percy la necesitara. Llego la parte elevada del campamento y no dudo en darle muerte a los guardias que estaban apostados vigilando que nadie se infiltrase. Entonces lo vio casi destazando a un grupo de soldados sin que nadie se atreviera a acercárseles. Sabía que si Poseidón lograba alcanzarla sería hasta dentro de un rato porque no tenía su velocidad, esperaba no tener que mostrarle lo que Percy acaba de hacer, sabía que no se iba a atrever intervenir y que no podría reprocharle.
Ella hubiera hecho lo mismo o peor aún, tal vez no conservarían su masculinidad unida al cuerpo.
Pudo ver a Váli acercándose a Percy, pero no veía hostilidad en el trato que tenían, lo cual le parecía sospechoso. Luego empezó a escuchar lo que Váli hablaba y veía un equipo médico cerca del estrado principal. Cerró los ojos al escuchar lo que Váli gritó.
¡Águila de sangre! (N/A: Espero hayan visto Vikingos)
En un momento del fulgor de la celebración por lo que iban a ver la mirada de Percy se dirigió exactamente dónde estaba Atenea. Sus ojos se cruzaron, ella estaba ardiendo por bajar y acabar con todo y con todos, pero vio a Percy negar con la cabeza lentamente con los ojos cerrados. No podía creer que estaba dispuesto a esta infamia, los vegetales volaban en dirección a Percy estrellándose contra su rostro, iba a dejar que destrozaran su cuerpo cuando podían ir a la guerra y salvar a Eskol. Simplemente no entendía. Váli puso un palo en la boca de Percy, pero este lo escupió. Atenea no entendía como renunciaba a aquello que le iba a ayudar a soportar el dolor indescriptible que iba a padecer.
Váli pidió silencio y de una patada hizo que Percy se arrodillara y uno de sus soldados encadenó sus brazos a un par de postes y lo tensó de tal manera que pensó que le arrancaría los brazos. Percy ni se inmutó, su mirada seguía dirigida hacia Atenea y seguía negando para que no se atreviera a hacer algo al respecto. Váli hizo que el equipo médico se acercara para tomar el bisturí, el muy maldito quería hacer el primer corte. La bulla era impresionante, justo en ese momento la luna se tiño de rojo, Váli miró a la multitud y sin decir nada el silencio fue sepulcral.
Entonces hizo el primer corte empezando por las costillas bajas.
Una lágrima cayó por la mejilla de Atenea mientras miraba el destino que Percy abrazaba por salvar a Eskol.
Percy tenso lo brazos lo mejor que pudo, pero el dolor era simplemente insoportable, fue tanta la tensión que con el brazo derecho donde no se había realizado corte alguno arrancó el poste y fue necesario que los soldados tensaran la cadena para evitar que se zafara y arruinara el sacrificio. Atenea podía ver como Percy aguantaba la necesidad de gritar de dolor y transpiraba a mares y seguía negando en dirección a ella, ahora ella estaba temblando de dolor emocional por ver como Percy estaba siendo masacrado. Sabía que en cuanto Poseidón llegara que no tardaría iba a ser algo difícil de controlar. Váli continúo desprendiendo la carne de Percy de abajo para arriba y abriendo sus costillas para exponer sus órganos. El cuerpo de Percy empezaba a temblar y llegó a pensar que simplemente se desplomaría y colapsaría en una muerte agónica y el desvanecimiento. Sabía que Percy conocía las consecuencias de desvanecerse, era como un reinicio que podía tardar un año como mil, era simplemente aleatorio y nadie le aseguraba que al renacer como un dios podría conservar la totalidad de sus poderes y facultades.
En medio de todo eso, la mente de Percy se mantenía conectada a la realidad que le estaba pasando. Apretaba los dientes al punto que su mandíbula estaba por quebrarse, su cuerpo temblaba sin control y Váli parecía estar disfrutando de esto porque lo hacía lenta y dolorosamente, mientras su equipo médico le inyectaba fluidos para que no entrara en shock y se desplomara. Percy anheló el desvanecimiento, pero luego recordó, recordó que esto debía llegar a su final para que Eskol pudiera llevar una vida como su hijo sin temor a ser cazado como un animal por un dios enfermo como Váli o como Artemisa. En sus pensamiento la imagen de Sally, Paul, Travis, Eskol, Poseidón estaban latentes y le daban fuerza para no derrumbarse, no quería pensar que pasaría si alguno de ellos viera lo que estaba pasándole. Sería desgarrador.
—¿Qué demonios? —la voz de Poseidón era un suspiró de dolor intensó que traspasó su corazón.
Atenea ni siquiera se había percatado porque estaba tan acongojada por la imagen de Percy siendo destazado mientras lo mantenían con vida. Poseidón concentro todo su poder para vencer el dominio del dios nórdico y la tormenta se empezó a formar en las lejanías de los cielos. Percy supo inmediatamente de quien se trataba. Poseidón empezó a correr para salvar a su hijo, no podía concebir que esto estuviera pasándole y que Atenea se hubiera quedado mirando solamente. Atenea corrió detrás de Poseidón y en su primera oportunidad lo derribó para sujetarlo con fuerza.
—No, no debes intervenir, Percy, él sabe lo que está haciendo —Poseidón estaba con lágrimas de rabia tratando de zafarse del agarre de Atenea, pero ella lo tenía de tal manera que había puesto toda su fuerza para no soltar el agarre. Percy ya casi estaba en la fase final del ritual a punto de colapsar y el aire llegaba cada vez más viciado y lento, le costaba mantenerse lúcido.
—No puedo permitir que masacren así a mi muchacho —Atenea no podía mirarlo a los ojos que estaban llenos de lágrimas, pero no podía dejarlo, le dolía el corazón pensar que estaba siendo cómplice de Percy para esta masacre y que Annabeth no hubiera estado de acuerdo con que consintiera que Percy fuera destazado como un animal.
—Percy lo está haciendo por Eskol —Poseidón lo sabía y maldecía esa obstinación que Percy presentaba siempre para hacer las cosas a su manera cuando hubiera podido pedir ayudar para salvar a Eskol y vencer al maldito dios nórdico.
—Pero no podemos dejar que lo humillen de esa forma —Atenea no podía estar más de acuerdo, esto era una humillación contra el Olimpo.
—Después de ti soy la siguiente que no dejaría que esto sucediera a Percy, pero el no quiso que interviniera —Atenea había llegado a apreciar a Percy de una manera profunda debido a la memoria de Annabeth y verlo en esta condición simplemente hacía pedazos su corazón.
—Percy… —susurró Poseidón al escuchar un fuerte rugido, sabía que Percy estaba haciendo eso para concentrar toda la fuerza que le quedaba y eso lo estaba matando por dentro, estaba dejando todo, todo por Eskol, su nieto.
—Poseidón, por favor —pasó un momento más de forcejeo y el cielo retumbaba de manera estruendoso de tal manera que
—Pagaran por esto, lo juro —no se atrevió a jurar por Styx, ya tenía demasiadas de esas promesas y esta vez le había impedido salvar a su hijo. No pudo.
—Haremos que paguen en su momento, pero no debemos dejar que el sacrificio de Percy sea en vano, él quería mantener a salvo a Eskol, tu nieto —Poseidón no dejo de llorar en silencio mientras escuchaba los últimos rugidos de Percy.
El dolor fue tanto que sintió que había perdido la vista. Cada respiración le robaba fuerzas, cada aliento eran minutos de vida que se iban agotando, cada bocanada de aire que entraba hacía arder en fuego su cuerpo entero. No podía soportarlo más, debía pagar por no cumplir su palabra con Eskol.
—¡Styx! —su rugido debió haberse escuchado en todo territorio, pero contrario a lo que esperaba, nadie logro escucharlo ya que todos estaban extasiados por lo que estaban presenciando. —No pude cumplir mi juramento —un fuerte trueno se escuchó sobre sus cabezas de tal manera que a algunos les sangraban las orejas y luego de eso Percy cayó derrumbado, lentamente partículas de su esencia fueron disipándose en el aire dejando un potente olor a enfurecido mar y la lluvia se desató como si fueran las lágrimas de Poseidón castigando a quienes habían tomado la vida de su hijo.