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Chapter 18 - Capítulo 18: El Fantasma del Pasado y el Plan Audaz

Michael colgó el teléfono, su mirada fija en la pantalla del televisor donde Trevor seguía cautivado por el documental de animales salvajes. El nombre de Martin Madrazo resonaba en su cabeza como un eco ominoso. El guion original lo arrastraría a una espiral de violencia y consecuencias con el FIB, pero el nuevo Michael se negaba a ser una marioneta.

Se levantó, la presencia de Trevor pareciendo aún más pesada en la habitación. "Trevor", dijo Michael, su voz grave, atrayendo la atención de su ex-socio. "Tenemos un problema. O más bien, una oportunidad, si la manejamos bien."

Trevor apagó la televisión, sus ojos entrecerrados. "¿Un problema? ¿Qué clase de problema? ¿Tu mujer te ha puesto los cuernos otra vez con el instructor de yoga?"

"Algo peor", replicó Michael, ignorando el golpe bajo. "Martin Madrazo. Franklin me acaba de llamar. Quieren que 'recuperemos' algo de él."

El nombre de Madrazo hizo que una mueca de disgusto se extendiera por el rostro de Trevor. "Madrazo... ese cabrón. Odio a ese tipo. ¿Qué quiere? ¿Un golpe de bajo nivel? ¿Una extorsión?"

"Quieren recuperar un valioso activo de su propiedad", explicó Michael, omitiendo los detalles exactos del guion, como el collar de su esposa. "La cosa es que Madrazo no es un hombre al que se le roba sin consecuencias. Y el FIB tiene un ojo puesto en él. Si nos metemos en esto de la manera habitual, terminaremos con una cola de federales pisándonos los talones."

Trevor resopló. "Y a mí qué. Un poco de acción no le viene mal a nadie. Demasiado tiempo sentado en este puto sillón."

"No para tu vida, Trevor", dijo Michael con firmeza. "Para nuestra vida. Y para la mía y la de mi familia. No voy a sacrificar la poca paz que estoy construyendo por un golpe chapucero. Si hacemos esto, lo haremos a mi manera. Y eso significa... un intermediario."

Trevor lo miró, confundido. "¿Un intermediario? ¿De qué mierda hablas?"

"Lester Crest", soltó Michael. El nombre provocó un escalofrío. Lester, el genio informático, el estratega de los atracos, pero también el que había ayudado a orquestar su "muerte" y su nueva vida falsa.

"¿Lester? ¡Ese cabrón cojo!", exclamó Trevor, la sorpresa mezclada con desprecio. "Creí que lo habíamos dejado atrás. ¿Por qué el empollón?"

"Porque Lester es el mejor en lo que hace", explicó Michael. "Tiene la información. La inteligencia. Sabe cómo infiltrarse sin ser visto. Y, lo más importante, puede vender la información a quien necesitamos que la venda, sin que nuestro nombre salga a relucir. Podría convertir este 'trabajo' en algo que nos beneficie a largo plazo, no solo un botín inmediato."

Michael recordó el plan original del juego para esta misión: robar el collar, y luego el lío subsiguiente. Esta vez, Michael iba a utilizar a Lester para desviar el foco, para vender la información a quien pudiera usarla contra Madrazo, sin involucrar directamente a Michael y Trevor en el robo en sí, o al menos, minimizar su rastro.

"Llamaré a Lester. Le daré los datos básicos y le pediré que investigue el 'activo' de Madrazo y sus puntos débiles de seguridad", continuó Michael. "Pero lo importante es que él, no nosotros, sea quien entregue el 'paquete' a quien lo quiera. Nosotros seremos solo los 'ejecutores' invisibles. El robo se hará, sí, pero Lester se llevará el crédito y, lo más importante, la atención."

Trevor se cruzó de brazos, una expresión pensativa en su rostro. La idea de un golpe donde no tenían que ser el centro de atención, donde podían usar a alguien más como fachada, le resultaba extrañamente atractiva. Era inteligente. Era, de alguna manera, lo que Michael siempre había sido: el cerebro.

"Así que, vamos a usar al jodido Lester para hacer nuestro trabajo sucio y que se lleve los problemas", musitó Trevor, una sonrisa lenta y astuta formándose en sus labios. "Me gusta. Es... astuto. Pero, ¿estás seguro de que ese empollón no nos la va a jugar?"

"Lester es un profesional", dijo Michael, aunque sabía que el "profesionalismo" de Lester siempre tenía un precio. "Y lo tengo de mi lado. Lo importante es que Madrazo no nos relacione directamente con esto. Necesito que tú y Franklin entendáis eso. Nada de violencia innecesaria. Nada de dejar huellas. Esto será una operación quirúrgica, no una explosión."

"Bien", dijo Trevor, levantándose. "Pero si ese empollón mete la pata, o si esto se vuelve aburrido, yo me encargo de él." La amenaza era latente, pero el acuerdo estaba sellado.

Michael sacó su teléfono y buscó el número de Lester. La llamada fue breve y directa. Lester, siempre esquivo y paranoico, se mostró sorprendido por la llamada de Michael, pero la mención de un "trabajo de alto perfil que no dejaría rastros" captó su interés.

"Te tengo en una situación complicada, Michael", dijo Lester con su voz aguda. "¿Seguro que quieres volver a esto? Pensé que estabas retirado."

"Las cosas cambian, Lester. Tengo un nuevo enfoque", respondió Michael, con una mirada hacia Trevor que lo observaba. "Te enviaré los detalles de la situación con Madrazo. Quiero que tú, y solo tú, seas quien gestione la venta del activo robado. La logística es tuya. Las ganancias son nuestras. Y si alguien pregunta, nosotros somos fantasmas."

Lester dudó por un momento. "Interesante. Una fachada. Una operación limpia. Me gusta el desafío. Envíame los detalles. Pero si esto me trae problemas con el FIB, Michael, te juro que... tendremos una conversación muy seria."

"Ese es el plan, Lester. Que los problemas sean tuyos, no míos", respondió Michael con una sonrisa ladeada. Colgó el teléfono.

La mesa de la cena esa noche fue, como de costumbre, tensa. Tracey seguía pegada a sus investigaciones online, y Jimmy, aunque ya había logrado ganar parte del dinero para su control, se mostraba cauto. Amanda, ajena a la conversación sobre Madrazo y Lester, se concentraba en la comida. Michael se dio cuenta de que su vida se estaba bifurcando en dos mundos: el de la familia, la estabilidad y los negocios legítimos, y el del crimen, donde Trevor y Franklin serían sus herramientas, y Lester, su cerebro encubierto. El equilibrio era precario, pero Michael estaba decidido a mantenerlo.

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