Dos años habían pasado desde que Takahashi Kakashi, el enigmático maestro, recomendó a Edu Hoshino para ser parte del programa de auxiliares exploradores del Gremio Hakutai. Dos años que lo transformarían por completo. En ese tiempo, Edu pasó de ser un joven prometedor a convertirse en una leyenda.
Ahora, a sus catorce años, su nombre resonaba entre aventureros, nobles y eruditos, aunque él prefería mantenerse al margen, conservando su tono bromista, algo coqueto, con una sonrisa relajada y ese inconfundible mechones rojos sobre su cabello negro. Sin embargo, esa fachada escondía a uno de los aventureros más temidos de su generación. Aquel que nunca había perdido a un solo camarada. Aquel que resolvía cada misión con astucia, frialdad y una brutal precisión.
Hoy, junto a su hermano Kenji y su hermana Hinata, se presentaban a la Academia celestial: Tenken Gakuen (天鍵学園), la más prestigiosa institución mágica y militar del mundo.
La entrada al campus fue imponente. Torres de mármol blanco, campos de entrenamiento que vibraban con energía espiritual, y estudiantes de élite provenientes de los cinco reinos. Todos con linajes antiguos, talentos excepcionales y miradas altivas… hasta que vieron a Edu.
—Oye, ¿ese es...?
—¡No puede ser! ¡Es él!
—¡La "Sombra Carmesí"! ¡El aventurero de rango S más joven de la historia!
—Dicen que limpió él solo la Caverna de Eltarion… ¡con un grupo de novatos!
Edu suspiró al escuchar los murmullos. Se ajustó el cuello del abrigo plateado con detalles en rojo que contrastaba con sus profundos ojos negros. Sabía que este momento llegaría, pero lo incomodaba. Él no buscaba fama. Solo quería cumplir con su rol, proteger, hacerse fuerte… y sobre todo, mantener su promesa con Kenji.
—¿Sombra Carmesí…? —susurró Kenji, frunciendo el ceño mientras caminaban—. ¿Quién es ese?
Edu solo sonrió.
—Debe ser un tipo genial, ¿no crees?
En el patio central de la academia, todos los nuevos estudiantes eran presentados. Uno a uno pasaban frente a los instructores y al Consejo de los Cinco Maestros, quienes analizaban sus antecedentes.
Cuando Edu fue nombrado, se hizo un silencio sepulcral.
—¡Edu Hoshino, Rango S, miembro del Gremio Hakutai, líder de escuadra y reconocido con la Medalla de Plata por el Concilio Imperial! —anunció la directora, con una voz solemne.
Un susurro recorrió el lugar como una corriente eléctrica.
—¡Es él!
—¿Un rango S… de catorce años?
—No puede ser…
Kenji se giró, atónito.
—¿Q-qué…? ¡¿Mi hermano es rango S?! ¡¿Desde cuándo?! ¡Pensé que solo hacía misiones de reconocimiento o algo básico!
Edu le guiñó un ojo.
—Ups. ¿Nunca te lo dije?
—¡¿¡NO!?! ¡¡Nunca me dijiste nada de esto!! —gritó Kenji, totalmente descolocado.
—No me gusta alardear, ya sabes.
—¡¿NO TE GUSTA ALARDEAR?! ¡¡Eres la"Sombra Carmesí", Edu!!
—Shh, Kenji, no digas el apodo en voz alta… Es vergonzoso…
Los estudiantes se dividían entre los que lo miraban con respeto, los que lo veían con envidia y los que deseaban desafiarlo.
—Dicen que lideró una escuadra de adultos y salió sin un solo rasguño.
Después de la presentación Edu se encontraba caminando tranquilo, con su clásico cabello negro con mechones rojos al viento y los ojos oscuros como el abismo. Su porte era firme, su sonrisa relajada. A pesar del murmullo creciente, no parecía inmutarse. Edu miró el cielo, y recordó su promesa de hacía 4 años. En medio de una noche de entrenamiento, sangrando y agotado, Kenji había caído al suelo. Edu se había arrodillado a su lado.
—Hermano… —dijo Kenji jadeando—. ¿Crees que… algún día… cumpliremos nuestra promesa de ser lo suficientemente fuertes… para proteger a todos?
—No lo creo, Kenji —dijo Edu, con una leve sonrisa—. Lo seremos. Te lo prometo.
Hoy, esa promesa seguía más viva que nunca.
Y en los pasillos de la academia Tenken, la "Sombra Carmesí" daba su primer paso hacia una historia aún más grande.
Ya en aula, mientras Lady Rin escribía complejas fórmulas mágicas flotantes en el aire, una estudiante levantó la mano.
—Profesora, ¿es cierto que Edu Hoshino limpió 3 mazmorras él solo cuando tenía 12 años?
El aula enmudeció. Algunos rieron con incredulidad; otros esperaban expectantes la respuesta.
Lady Rin se giró con una sonrisa leve.
Mientras los estudiantes murmuraban sobre las hazañas de Edu, la profesora Rin decidió aprovechar el interés para dar una lección real sobre el talento, el sacrificio… y el precio del reconocimiento.
—Muchos creen que los prodigios nacen con talento, pero lo que distingue a los verdaderos líderes es su disciplina… y su capacidad de escuchar.
No sé mucho al respecto de las hazañas de Edu Hoshino. Pero sí es cierto que lideró un grupo en tres limpiezas consecutivas. Fue uno de los pocos niños admitidos temporalmente como auxiliar de exploradores. El Consejo permitió su inclusión por petición directa del Gremio Hakutai.
Kenji, sorprendido, giró hacia Edu.
—¿Tú hiciste qué? —le susurró.
Edu se encogió de hombros con una media sonrisa.
—Fue una locura… pero aprendí muchísimo.
Mientras la profesora hablaba sobre las hazañas de Edu, este recordaba como empezó todo hace dos años
Flashback: Hace dos años
Origen de una Leyenda
Edu tenía 12 años. Mientras la mayoría de niños apenas dominaban conjuros básicos, él ya dominaba la lectura rúnica avanzada y había memorizado 18 combinaciones defensivas de sellos. Su instructor personal, Takahashi Kakashi, un exmilitar de mirada aguda y silenciosa, lo vigilaba con atención durante un entrenamiento en el bosque.
—No basta con saber pelear, Edu. —le dijo un día—. Necesitas aprender a proteger. A pensar como un comandante. Y eso, solo lo aprenderás en campo real.
Kakashi, tras años de servicio en el Gremio Hakutai, tenía contactos de alto nivel. Escribió una carta oficial al gremio y pidió que Edu fuera considerado para el programa de auxiliares exploradores, una excepción especial para jóvenes promesas.
El consejo de veteranos dudó… hasta que Edu fue puesto a prueba en un entorno controlado donde desarmó una trampa mágica con los ojos vendados. No por instinto, sino por lógica pura.
Su primera misión fue simple: recolectar hierbas de una caverna contaminada. Pero durante la expedición, una criatura de rango B, un Venokar, emergió de la grieta. El equipo entró en pánico, excepto Edu. Utilizando los patrones de movimiento que Zuzu le había enseñado y la técnica de energía de su maestro, organizó una retirada táctica, distrajo a la bestia con fuego ilusorio, y logró que todos salieran con vida.
Desde ese día, sus compañeros lo llamaron " el estratega silencioso ".
Debido a su desempeño en misiones anteriores el gremio decidió asignarlo como asistente de exploración en tres mazmorras consecutivas, bajo observación. En teoría, su rol era "apoyo y análisis". Pero lo que ocurrió ahí cambió todo.
Mazmorra 1: Caverna de Hielorreal
Cuando el líder del equipo fue herido y otro cayó por un puente de hielo, Edu asumió el mando. Identificó el patrón de los Froskunas, anticipó sus rutas y condujo al grupo a la cámara del núcleo con una estrategia improvisada. Selló la caverna con un círculo térmico usando su propio calor corporal como catalizador.
Fue hospitalizado por hipotermia leve, pero los núcleos estaban intactos. El gremio tomó nota.
Mazmorra 2: Pozo de los Cien Brazos
Apenas recuperado, insistió en acompañar al segundo grupo como aprendiz de campo. Cuando una emboscada de Morvarks separó al equipo, fue Edu quien diseñó el plan de rescate. Usó
una combinación de eco, resonancia mágica y trampas explosivas artesanales. Salvó a dos veteranos, uno de los cuales perdió una pierna.
Gracias a sus hazañas el gremio empezó a llamarlo, la " Sombra carmesí ".
Mazmorra 3: Laberinto de la Lengua Muerta
La tercera mazmorra fue clasificada como "nivel B adaptable". Al entrar, las paredes reaccionaban al lenguaje. El equipo quedó atrapado por no entender la lógica del lugar. Edu, recordando viejos acertijos escritos por su madre, encontró el patrón lingüístico y activó la cámara del núcleo.
Venció al jefe con un conjuro rúnico que modificó en el momento, arriesgándose a una malformación mágica en su brazo derecho. Por suerte, el daño fue menor. La mazmorra colapsó 15 minutos después de su salida.
Gracias a estás y muchas más hazañas optuvo reconocimientos entre los cuales estaba.
-Ascenso a líder de escuadra rango S más joven en la historia del gremio Hakutai.
-Medalla de ejecución táctica por evitar una invasión demoníaca clase menor en frontera sur.
-Carta firmada por el Consejo de Exploradores de Tenseiki y el Gremio Hakutai con recomendación a la academia Tenken.
Fin del Flashback
Desde entonces, Edu continuo cumpliendo misiones y limpiando mazmorras de rango A. fue nombrado Aventurero Honorario Juvenil del Gremio Hakutai. Su nombre empezó a aparecer en los registros del Gremio Seika y, en secreto, incluso el Gremio Kurokumo empezó a seguirle los pasos.
Profesores y gremios enviaron cartas a su hogar. Algunos proponían que lo entrenaran en el extranjero. Su padre, Ibuki, lo rechazó todo.
—Él debe decidir su camino. No será una herramienta para el sistema.
Ahora, dos años después, su leyenda es contada en clase… mientras Edu observa por la ventana, sin orgullo ni soberbia. Solo con una sonrisa tranquila.
Lady Rin observó a Edu con interés.
—Tu nombre ya circula entre los archimagos, Hoshino. Intenta no hacernos quedar mal.
Edu asintió, mientras algunos estudiantes lo miraban con una mezcla de respeto y celos. Kenji, por su parte, cruzó los brazos.
—Tienes que contarme esas historias con más detalle, hermano. Y yo que pensaba que atrapar una rana gigante era impresionante…
—Era una rana poseída. Eso también cuenta —replicó Edu, riéndose.
—¿Por qué nunca me contaste eso? Pregunta Kenji casi susurrando.
—Porque las historias reales son para quien las vivió. No para presumirlas.
El ambiente en el aula, tenso al principio, se volvió más relajado. Edu no era solo una leyenda viva, sino un compañero más. Al menos, por ahora.
Al término de la clase, durante el descanso, Edu se detuvo en medio del campo de entrenamiento de la academia. Miró a sus lados. Hinata corría emocionada por los jardines, y Kenji observaba todo en silencio, con esa calma típica suya.
—¿Sabes, Kenji? —dijo Edu mientras se cruzaba de brazos—. A veces olvido lo rápido que pasó todo. Las batallas… las decisiones… la gente que perdí… la gente que salvé.
Kenji lo miró con firmeza.
—Pero aún recuerdas nuestra promesa, ¿no?
Edu sonrió, su ojo izquierdo brillando un instante.
—"Nos haremos más fuertes, no solo para proteger… sino para que nadie más tenga que sufrir." —repitió, apretando el puño—. Jamás lo olvidaré.
En ese instante, las campanas volvieron a sonar. La ceremonia de bienvenida comenzaba… y un nuevo capítulo para los Hoshino estaba por escribirse.